Valorar y hacerse valer

Hoy voy a hablar de un tema, que a mi juicio, es uno de los principales motores de crecimiento y desarrollo en las empresas, sobre todo en las Pymes.
Valorar y hacerse valer.
Un obstáculo para la mejora continua en las empresas es la tendencia a «afuncionariarse» (permítanme la expresión) de los empleados. Hacen lo que se les manda y no van más allá de sus funciones básicas, no analizan, ni sacan conclusiones, no tienen iniciativa propia, y aunque sus funciones las realicen correctamente, no están aportando ningún valor añadido.
Los trabajadores no son los únicos responsables de este mal, endémico en muchos sectores. Es más, muchas veces son los jefes y gerentes los principales culpables de esta actitud tan negativa. En multitud de ocasiones no son capaces de valorar los potenciales que tienen a sus órdenes, ni delegar determinadas funciones, ni a aceptar ideas, formas de trabajar y puntos de vista distintos a los suyos. En las Pymes en particular, el poder de decisión reside en la mayoría de los casos en una sola persona, y nadie es capaz de controlar tantos aspectos del funcionamiento de una empresa, hay que dejarse ayudar. (Véase mi opinión en “Señores déjense ayudar”).
Por otro lado, muchos trabajadores se conforman cumpliendo con lo justo, aunque se sientan infrautilizados y con capacidad de introducir mejoras en su labor, no dan un paso adelante. No demuestran al mundo esa capacidad que tienen, no están siendo profesionales. Es el guión perfecto de la pescadilla que se muerde la cola.
Esa es la clave, la profesionalidad, tanto de los empleados como de los jefes. La profesionalidad no sólo implica hacer bien las tareas encomendadas, va mas allá, implica un continuo desarrollo y mejora del puesto de trabajo, aportando soluciones y nuevas prácticas.
Aplicando la profesionalidad cada día, con ambición, con ganas de comerse el mundo, podemos hacer que “la pescadilla” siga mordiéndose la cola, pero a nuestro favor, retroalimentando la profesionalidad bidireccionalmente entre los miembros de la compañía.
Es un cambio sustancial, pero créanme, no es un imposible, basta con inocular unas dosis de profesionalidad y viralizar sus efectos.
Gonzalo Folgueira López
Absolutconsulting