Pareja y negocios: Cuando todo depende del negocio de la pareja

Como mencioné en mi artículo anterior, si una pareja decide emprender, es crucial contar con una fuente de ingresos adicional que disminuya el riesgo de enfrentar problemas económicos. Lo ideal sería que cada uno tuviera su propia fuente de ingresos independiente.

Dicho esto, en ocasiones nos encontramos en la situación en la que ambos deciden combinar sus habilidades para crear un negocio conjunto. Todo va bien mientras persista el amor y/o mientras la empresa genere ingresos que permitan que la familia viva de manera digna, y que los socios (los componentes de la pareja) sientan que se cumplen sus respectivos objetivos.

No obstante, sabemos que, a veces, la relación de pareja no funciona. Aunque hagamos una llamada a la madurez para seguir trabajando juntos, no siempre es posible. La decisión de continuar, vender o liquidar depende de diversos factores, como la presencia de hijos o empleados. En ocasiones, no solo se trata de los dos miembros de la pareja, sino también de aquellos que dependen de la actividad empresarial de la pareja y que no tienen responsabilidad en lo que sucede.

Resulta difícil continuar este artículo sin recordar una conversación que tuve con una psiquiatra sobre personas en situación de depresión. Podemos aconsejar, podemos animar, pero al final, estas personas deciden actuar cuando ya han tocado fondo o cuando se percatan de que su estado está afectando a los demás.

Aplicando esto al ámbito empresarial, cuando la pareja está «enferma», es posible llegar al punto en el que decidan actuar solo en beneficio de la empresa poco antes de que se destruyan empleos e ingresos.

Mi consejo siempre ha sido evitar emprender juntos cuando los ingresos de la empresa condicionan el bienestar de la pareja. Pero si sucede, que sea un negocio que no dependa directamente de sus habilidades individuales ni de su trabajo. Por ejemplo, una inmobiliaria dedicada a la compra-venta «Ella y Yo, S.L.» de ninguna manera, ya que si uno de ellos desaparece de la imagen, el negocio colapsa. En cambio, un negocio que aporte valor al crear herramientas que hagan que las técnicas de ventas sean innecesarias o que las competencias sean sustituibles, podría ser una opción viable. Esto siempre y cuando lo único que compartan sean los beneficios.

En resumen, crear un negocio para trabajar juntos y obtener ingresos conjuntos no es aconsejable. Sin embargo, crearlo para compartir beneficios, teniendo empleados que reciban un salario por su trabajo, puede ser una alternativa. No obstante, no debemos olvidar la importancia de contar con un directivo no familiar que desempeñe un papel moderador, conciliador y diplomático, cuyo trabajo sea evitar que las emociones de la pareja afecten al negocio. Sobre todo si este negocio se esta tambaleando.